Por Redacción
El 3 de agosto comenzó la cuenta atrás de 100 días para la conferencia mundial sobre el clima COP29. La conferencia, prevista para noviembre en Bakú, es un momento clave para que los líderes avancen en sus compromisos climáticos.
Recientemente, el presidente designado para la COP29, Mukhtar Babayev, envió su primera carta oficial a las partes y grupos de interés de la conferencia. En ella, esboza las prioridades de acción, así como los obstáculos que quedan por superar para alcanzarlas.
Como deja claro en su carta, necesitaremos «el esfuerzo de todos» para avanzar con éxito en los dos «pilares» del evento: aumentar la ambición y habilitar la acción. Esto es lo que incluye la agenda, y lo que se necesita para avanzar en estas prioridades.
Principales prioridades para la COP29
1. Financiación climática y el NCQG.
Muchos se refieren a la COP29 como la «COP de las finanzas», una oportunidad para alinear las contribuciones de la financiación climática con las necesidades globales. Sin embargo, a pesar de este enfoque en desbloquear fondos para la acción climática, casi todos los elementos básicos del Nuevo Objetivo Cuantificado Colectivo (NCQG, por su sigla en inglés) siguen siendo objeto de debate, desde el nuevo objetivo y la base de contribuyentes hasta el alcance de la financiación y los artículos del Acuerdo de París en cuestión. Durante los próximos meses, la atención deberá centrarse en soluciones creativas a estas cuestiones.
Además, hay que aumentar la participación del sector privado; por el momento, muchos planes de financiación de la lucha contra el cambio climático se han elaborado partiendo de supuestos sobre el comportamiento del capital privado, algunos de los cuales no se han cumplido. El sector privado es el más indicado para establecer los requisitos previos para que fluya la financiación privada, por lo que debe solicitarse su aportación de forma rápida y sistemática.
2. Artículo 6: ¿Un motor de movilización de capitales?
En los últimos años, los mercados de carbono se han convertido en un punto álgido de la política climática internacional, en gran medida por sus resultados desiguales. Por un lado, han demostrado su potencial como vía libre de deuda para canalizar la financiación de los grandes emisores hacia prometedores proyectos limpios o verdes. Por otro lado, la falta de rigor ha hecho que, a menudo, los mercados de carbono no impulsen reducciones reales de emisiones, sino que destinen fondos a lugares innecesarios o no verificables y permitan el lavado verde.
El artículo 6 del Acuerdo de París creó principios para los mercados de carbono y formas en que los países pueden cooperar para alcanzar los objetivos climáticos. Si bien las normas se acordaron en la COP26, han sido necesarias negociaciones para establecer las orientaciones necesarias para poner el Artículo 6 en funcionamiento.
Un artículo 6 plenamente operativo sentaría las bases para mercados de carbono de mayor calidad, mediante acuerdos bilaterales revisables y un mercado multilateral centralizado. Para llegar a ese punto, los negociadores tienen que llegar a acuerdos sobre la definición y el contenido; la elegibilidad de los proyectos y los procesos de revisión; y la capacidad de hacer confidencial cierta información, entre otras cuestiones.
Dos COP sucesivas no han conseguido poner en marcha el Artículo 6, y mientras tanto los países y otras entidades han alcanzado algunos acuerdos, pero no se ha logrado escala significativa. A medida que aumenta el sentimiento contra el lavado verde y las empresas se alejan de las promesas climáticas, un mercado de carbono que funcione bien dentro de la maquinaria de la CMNUCC es más importante que nunca.
Dos COP sucesivas no han conseguido poner en marcha el Artículo 6, y mientras tanto los países y otras entidades han alcanzado algunos acuerdos, pero no se ha logrado escala significativa.
3. Aumentar el Fondo de Pérdidas y Daños
La cantidad prometida actualmente al todavía incipiente Fondo de Pérdidas y Daños, cuya Junta Directiva será acogida por Filipinas, es ínfima en comparación con las necesidades estimadas de pérdidas y daños en todo el mundo. Antes de poder aumentar esa cantidad a algo significativo, el fondo necesita marcar varias casillas rápidamente.
Lo ideal sería que en los próximos 100 días el consejo nombrara un director ejecutivo. Este proceso ya está en marcha, pero su conclusión permitirá que una persona clave, facultada en el Banco Mundial por un acuerdo de acogida establecido -aunque provisional-, participe en debates de alto nivel que podrían atraer nuevas oleadas de financiación. Además, habrá que esforzarse para que los observadores activos tengan un acceso constante durante el proceso de toma de decisiones.
Sin embargo, una de las decisiones clave será la participación del sector privado. La propuesta del Comité de Transición recomendó que el fondo pudiera recibir aportaciones financieras de «fuentes no públicas y alternativas, incluidas fuentes de financiación nuevas e innovadoras.» Otros fondos no climáticos, como Gavi y el Fondo Mundial, están creados para recibir financiación privada; para maximizar su impacto, el Fondo de Pérdidas y Daños podría plantearse seguir su ejemplo.
4. Poner la adaptación en marcha
La adaptación al clima ha quedado a menudo eclipsada por la mitigación, pero es crucial a medida que empeoran los efectos del cambio climático. La COP29 es una oportunidad crucial para dar prioridad a la adaptación y garantizar los recursos necesarios.
Dado que algunos efectos del cambio climático son ya inevitables, es esencial contar con estrategias de adaptación sólidas.
Dado que algunos efectos del cambio climático son ya inevitables, es esencial contar con estrategias de adaptación sólidas. Los Planes Nacionales de Adaptación (PNA) son herramientas vitales, y la COP29 debería aumentar el apoyo a su desarrollo e implementación, centrándose en la asistencia financiera y técnica. Es fundamental colmar el déficit de financiación de la adaptación; los países donantes deben cumplir sus compromisos, y deben explorarse mecanismos de financiación innovadores, incluidas inversiones del sector privado, para que los países más vulnerables puedan prepararse mejor frente a los retos climáticos.
¿Qué se está dejando de lado?
Centrarse exclusivamente en las soluciones basadas en el mercado y la inversión para resolver el problema de la financiación de la lucha contra el cambio climático significa que otros enfoques corren el riesgo de quedarse por el camino. Uno de los más evidentes podría ser el avance de un acuerdo para eliminar de forma creíble las subvenciones a los combustibles fósiles. En la COP28, las partes mantuvieron el acuerdo existente sobre la eliminación progresiva de subvenciones «ineficientes», pero se puede decir que este lenguaje ha dado demasiada cobertura a las naciones que buscan prolongar y defender sus programas de subvenciones. Además, carece de fecha límite, plan de acción o forma de medir los avances.
Dado que los subsidios a los combustibles fósiles alcanzaron niveles récord en 2022, este tema no debería desaparecer de la agenda para dar espacio a otros. (Se puede argumentar que la eliminación de subvenciones entra dentro de la «financiación climática», concretamente en virtud del artículo 2.1(c) del Acuerdo de París, que estipula que todas las naciones deben hacer que «los flujos de financiación sean coherentes con una trayectoria hacia bajas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y un desarrollo resiliente al clima»).
Sin una acción transformadora sobre la deuda soberana, muchos países en desarrollo se verán atrapados en ciclos de riesgo, obligados a elegir entre estabilidad financiera y acción climática, y superados en términos de competitividad en los mercados de capitales.
La perspectiva financiera también deja claro que no se está prestando suficiente atención a encontrar soluciones integrales al problema de la deuda. El alivio y la reestructuración de la deuda son algunos de los métodos más poderosos para liberar espacio fiscal, estimular la actividad y reducir el riesgo. Dado que algunas herramientas innovadoras, como canjes de deuda por cambio climático y de deuda por adaptación son cada vez más populares -y ofrecen una vía para financiar proyectos que presentan un perfil de rentabilidad poco atractivo para los inversores privados-, las partes deberían situarlas en primer plano en la COP29, en la medida de lo posible.
Sin una acción transformadora sobre la deuda soberana, muchos países en desarrollo se verán atrapados en ciclos de riesgo, obligados a elegir entre estabilidad financiera y acción climática, y superados en términos de competitividad en los mercados de capitales. Con una actualización de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) en el horizonte, lograr un resultado sólido en la COP29 es fundamental para enviar una fuerte señal de progreso. La COP29 puede sentar un precedente para la acción climática global si se cierra la brecha financiera, se persiguen estrategias de adaptación sólidas y se fomentan soluciones innovadoras e inclusivas. Los próximos meses serán decisivos para dar forma a ese futuro.
Con información de World Economic Forum (WEF).