Combustibles marinos sostenibles y descarbonización marítima

El transporte marítimo internacional genera casi el 3 % de las emisiones globales de CO₂, y su papel es fundamental para alcanzar los compromisos climáticos. En respuesta a las crecientes regulaciones ambientales, la Organización Marítima Internacional (IMO) aprobó en 2023 una estrategia actualizada que apunta a cero emisiones netas “alrededor de 2050”, con metas intermedias para 2030 y 2040. En este contexto, los combustibles marinos sostenibles como el amoníaco verde, el metanol renovable o los biocombustibles avanzados se pueden considerar como alternativas para reinventar el sector.
Avances y adopción de combustibles marinos sostenibles
La transición hacia combustibles marinos sostenibles esta dando pasos importantes, especialmente con el amoniaco verde y metanol renovable. Según DNV, actualmente hay 39 buques en pedido diseñados para operar con amoniaco, y se espera que la producción de este combustible alcance hasta 14 millones de toneladas para 2030, apoyando la descarbonización de la flota mundial.
El Global Maritime Forum resalta que los puertos ya están empezando a adaptar su infraestructura para el suministro de amoniaco y metanol renovable, con proyectos piloto de «bunkering» que permitirán cumplir con las metas de la IMO de incorporar un 5 % de combustibles cero emisiones para 2030.
En América Latina, México ha incorporado estas tecnologías en su Plan Nacional de Acción para la descarbonización marítima, impulsando pilotos de combustibles limpios y adaptación de infraestructura portuaria, en coordinación con la IMO y el programa GreenVoyage2050.
La proyección de la IEA indica que el amoniaco podría representar alrededor del 44 % del consumo energético del transporte marítimo para 2050 bajo escenarios ambiciosos de transición.
Desafíos: Desde implementación hasta regulación
El camino no es sencillo. La transición hacia combustibles marinos sostenibles se topa con obstáculos importantes. Tanto World Ports como la propia IMO advierten que el costo de producción sigue siendo muy superior al del fuelóleo convencional y que todavía falta una infraestructura global que garantice un suministro estable. Además, sigue siendo urgente definir normas de seguridad claras para manejar el amoníaco y el metanol, así como crear mecanismos regulatorios y financieros que ayuden a cerrar la brecha de costos con los combustibles fósiles.
Además, la regulación internacional demanda claridad en cómo se aplicarán los nuevos estándares de combustible, los mecanismos económicos de penalización o incentivo, y cómo se reportará la intensidad de emisiones de los combustibles usados por cada barco. Estas reglas deberán ser adoptadas en todos los principales puertos para que no haya ventaja competitiva injusta.
Un camino en construcción
Aunque el horizonte presenta desafíos, cada paso adelante nos acerca a los objetivos de cero emisiones netas. Gracias a la estrategia global de la IMO, las inversiones en tecnología y los primeros planes nacionales como el de México, el sector marítimo empieza a construir cimientos más firmes para un futuro alineado con el Acuerdo de París. La clave del éxito estará en combinar la cooperación internacional con políticas que hagan más competitivos a los combustibles limpios y, sobre todo, en el compromiso real del sector público y privado para acelerar esta transición energética en los mares.