En una economía lineal convencional, advierten los más avezados en el tema, los procesos industriales describen un flujo unidireccional de materias primas que se transforman en productos y, por último, en desperdicios y materiales desechables. En una economía circular (EC), en cambio, los materiales nunca se convierten en residuos y se busca la recuperación y revalorización de éstos. De ahí las famosas 6Rs del ciclo de vida del producto: reducir, reusar, reciclar, recuperar, rediseñar y remanufacturar. La Fundación Ellen MacArthur, por su parte, aplica el modelo ReSOLVE de seis dimensiones: regenerar (regenerate), compartir (share), optimizar (optimize), cerrar el ciclo (loop), virtualizar (virtualize) e intercambiar (exchange).
“Es muy importante entender que la economía circular es un sistema complejo y completo, no hay tal cosa como una empresa circular. La economía circular es el conjunto de todas las actividades productivas que realizamos empresas productoras, distribuidores y consumidores y, por lo tanto, hay que atender cada eslabón de la cadena para hacer un uso más eficiente de los recursos finitos con los que contamos”, explica Alfonso Martínez, director General de Industrias Marves.
En un sistema EC, prosigue el experto, los materiales siempre se mantienen en circulación, nunca dejan de ser útiles, transmutan su valor al reincorporarse de una solución a otra mediante procesos como el mantenimiento, la reutilización, la restauración, la refabricación, el reciclaje y el compostaje. El propósito: eficientar y aprovechar al máximo los recursos limitados y no renovables que brinda la naturaleza, lo que mitiga la pérdida de biodiversidad, el desperdicio y la contaminación.
UN CASO PRÁCTIVO EN LA INDUSTRIA TEXTIL
Hasta aquí la teoría, vayamos a la práctica. Un ejemplo de EC lo vemos en el modelo de negocio de Industrias Marves, el reciclador de materiales textiles más grande de América Latina. En los últimos 45 años, advierte Martínez, han reciclado más de 780 mil toneladas (de 25 a 30 mil cada año) de materiales y prendas textiles para transformarlas en soluciones de reciclado para las industrias colchonera, automotriz y de la construcción, principalmente.
Estas soluciones van desde la producción de soportes para colchones y muebles, hasta aislante acústico-térmico para hogares, edificios y automóviles, así como empaques térmicos para alimentos y productos médicos: “El 95 por ciento de nuestros productos procede de materiales reciclables como el algodón o la lana, mientras que el 95 por ciento de los desperdicios de nuestros procesos vuelven a ser reutilizados. Entonces tenemos una muy buena eficiencia en el manejo de materiales reciclados. Además, todo es biodegradable y buscamos los usos más eficientes de la energía”, añade el directivo.
En el caso de Industrias Marves, la “R” de recolección indica el comienzo del círculo. En alianza con programas de reciclaje con las empresas de la industria del vestido, reciben prendas textiles recolectadas que pueden seguir dos caminos. Si están en buen estado se reutilizan y revenden en tiendas como Rechido, de las que existen tres en México, en las ciudades de Uruapan, Querétaro y Morelia. En cambio, si no pueden ser remendadas o “están fuera de moda”, se pasa a un segundo proceso reciclaje donde se separan las telas en los materiales de algodón, mezclilla y sintético: “Si trae botones y cierres, se los retiramos porque debemos tener solamente material textil y no puedes meter plástico o metal en las rompedoras. Una vez separado, ahora sí llevamos el material textil a nuestras instalaciones donde se abre y se convierte en fibra”.
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El resultado, prosigue Martínez, es una “borra” parecida a la que hay al interior de los colchones. “Esta borra sigue un segundo proceso para la fabricación de fieltros en rollo o láminas de aislamiento térmico-acústico. Por ejemplo: debajo de la alfombra de un coche, entre el motor y el conductor, se coloca un aislamiento para tener insonorización y que nos escuches el ruido del pavimento, las piedras, etcétera. En el caso de la construcción en los bajo-piso, bajo-alfombras y en aislamientos acústico-térmicos en muros. Esto sustituye a la fibra de vidrio, nada más que con una diferencia: el material textil lo podemos tocar y acomodar con la mano, no se requiere ninguna mascarilla porque es mucho más seguro. Si viene una renovación en el edificio podemos recuperar parte del textil y volverlo a reprocesar, es decir, después de 15 a 20 años de uso todavía se le puede sacar provecho, a diferencia de la fibra de vidrio que se desecha y se manda al vertedero”.
Desde diciembre del 2020 han intervenido en el reuso de más de tres millones de prendas de vestir y en el reciclaje de otros tres millones de prendas adicionales. Los materiales textiles producidos de industrias Marves, además, se han aprovechado en soportes para más de 100 millones de colchones, en la insonorización de 35 millones de vehículos y en la instalación de más de 18 millones de metros cuadrados de aislantes bajo-piso y bajo-alfombra en edificios, entre una larga lista de logros.
La superioridad y perfección del círculo sobre la línea es indiscutible, y el caso de Industrias Marves lo comprueba: “La economía circular es un sistema complejo y robusto de acción e interacción que implica a las empresas productoras, a los distribuidores y a los consumidores. Todo el sistema busca disminuir el impacto ambiental mediante el reúso, rediseño y remanufactura de productos, reducción del consumo de energía, elección de fuentes renovables, reciclaje de materiales existentes, recolección oportuna, así como una serie de actividades adicionales para regenerar el valor y disminuir nuestra huella ecológica”, sintetiza Alfonso Martínez.