Por A. Grandson
El Día Mundial del Clima ocurrió, por lo menos en la Ciudad de México, a la par de una contingencia ambiental. El chiste se cuenta solo, pero no es un chiste afortunado. Decenas de países sufren las consecuencias del cambio climático justo en el día en el que deberíamos estar celebrando avances contundentes.
El 26 de marzo es una fecha que nos recuerda la importancia de tomar acciones urgentes para frenar el cambio climático y sus efectos devastadores en el planeta y en la humanidad. Pero parece que este tipo de efemérides comienzan a estar vacías de contenido. No queremos eso.
Desde hace años, los científicos han alertado sobre los riesgos del cambio climático, y han hecho llamados a la acción para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales. Sin embargo, a pesar de estos llamados, las emisiones continúan aumentando, y el tiempo se agota cada vez más.
Las Conferencias de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) han sido el principal foro internacional para abordar el cambio climático. Desafortundamente, las COP no han logrado hasta ahora los resultados esperados.
Según el último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) tendrían que reducirse en un 45% con respecto a los niveles de 2010 para 2030, y llegar a cero en 2050, para limitar el calentamiento global a 1.5°C. En la actualidad, las emisiones siguen aumentando, y los compromisos internacionales no son suficientes para alcanzar estas metas.
La situación es urgente y requiere de acciones ambiciosas. Pero le hemos dedicado muchos esfuerzos a encontrar el foco de la solución en las tecnologías, cuando sabemos que también hay margen de error en estas propuestas. Debemos hacer un viraje de consciencias hacia donde podría encontrarse la solución, porque el tamaño del problema requiere imaginar otras posibilidades, impensables, incluso.
Algunas medidas que se pueden tomar incluyen la transición a fuentes de energía renovable, la mejora de la eficiencia energética, la promoción de la movilidad sostenible, la reforestación y la restauración de ecosistemas, entre otras.
Es importante destacar que estas medidas no solo son necesarias para mitigar el cambio climático, sino que también pueden tener beneficios económicos, sociales y ambientales. La transición a una economía baja en carbono puede generar empleo, mejorar la salud y el bienestar de las personas, y proteger la biodiversidad y los ecosistemas naturales.
Además, es fundamental que se aborden las desigualdades existentes en la lucha contra el cambio climático. Los países más vulnerables y los grupos más pobres y marginados son los más afectados por los impactos del cambio climático, a pesar de que tienen una contribución mínima a las emisiones globales. Por lo tanto, es necesario un enfoque justo y equitativo que tenga en cuenta estas diferencias y promueva la cooperación internacional para abordar el cambio climático.
Como cada año, muchos vuelcan sus ideas sobre este día; mares de tinta podrán escribirse sobre el tema, pero no alcanzan las cosas que digan. Es tiempo para la acción.